Como duele remover el pasado

Sobre todo cuando esa niña de cinco años aún vive dentro de ti, esa niña de la que me siento tan orgullosa, esa niña que luchó, durante más de diez o quince años, sola contra un monstruo veintiséis años mayor que ella y no se achantó nunca y David pudo a Goliat.

Esa niña que aún habita en mí y, si, quizás sea esa lechera que, día a día, hace castillos en el aire y, día a día, algo o alguien se lo desmorona pero me gusta como soy, una persona con la piel muy fina que se la hiere con facilidad pero que tiene una capacidad inmensa de amar y suerte tienen aquellos a quien ama porque son pocos pero muy buen escogidos 

Yo soy esa niña, a la que hoy han destrozado el puzzle y que la espera un fin de semana de volver a montarlos, con lágrimas y mucha tristeza, para abandonarlo de nuevo e intentar que no lo vuelvan a tocar.

Soy esa niña que solo enseña un 10% del sufrimiento que vivió, que sobrevivió gracias al amor incondicional de su abuela y de sus cuatro amigas, soy esa niña que ríe, llora y ama con la mayor intensidad, soy esa niña que mañana se levantará y pondrá una sonrisa a la vida sabiendo que habrá algo que la hundirá, caerá y volverá a levantarse, una y otra vez.

Soy esa niña de ojos verdes y sonrisa permanente en el rostro aún cuando esté salpicada con lágrimas 

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